Por Ingrid Heinze
“MUY ILUSTRE SEÑORA”
Una figura
mexicana digna de recordar, escritora del siglo XVII y rebelde ante los
convencionalismos de la época fue Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695).
Gracias a los
registros con los que hoy contamos, uno muy destacado de ellos es la
Respuesta de la
poetisa a la muy ilustre Sor Filotea de la Cruz , podemos contar con datos
autobiográficos de primera mano.
En esta carta,
Sor Juana nos cuenta que a lo tres años ya creció en ella el deseo de saber
leer y engañando a la maestra de su hermana mayor logró que le diese lección a
ella también.
Luego, continuó aumentando su afán por saber,
y cuando oyó hablar de la existencia de la Universidad y las
Escuelas en México rogó en múltiples ocasiones a su madre poder asistir y como
ella no accedió, porque la
Universidad es ‘para los hombres’, ella decidió dedicarse a
la lectura de muchos libros que tenía su abuelo.
Algunos testimonios afirman que Sor Juana fue
a la Universidad ,
y para ello se hizo pasar por hombre, cortándose el cabello como uno. Además,
en la propia Respuesta ella cuenta que se cortaba de cuatro a seis dedos como
una autodisciplina para seguir aprendiendo, si al momento en que le crecía el
cabello no había aprendido tal o cual cosa que se había propuesto, lo volvía a
cortar.
Más adelante, se volvió religiosa ya que no
quería cumplir con el mandato social del momento: darse en matrimonio. Ella pidió vivir sola, para poder dedicarse a
la lectura. No tenía una particular inclinación, leía y estudiaba diversas
cosas por igual.
En la respuesta,
Sor Juana está defendiéndose ante el sermón de Antonio Vieira quién exhortaba a
las mujeres a ocuparse en “asuntos de mujeres”, y a ella en particular a que
deje de leer y estudiar, y que no dedique tiempo a esas banalidades, es por
eso, que en la Respuesta
Sor Juana dice: “los ratos que destino a mi estudio son los
que sobran de lo regular de la comunidad, esos mismos les sobran a las otras
para venirme a estorbar” (p.8).
Esta destacada
mujer adjudica a Dios su amor a las letras y no a otros vicios, pero al final
de su vida solicitaron que se le prohibiese el estudio y así debió hacerlo.
Por último, me
gustaría destacar la inmensa valentía de esta mujer que se atrevió a denunciar
a los hombres en reiteradas ocasiones a lo largo de su vida, haciéndose cargo
de lo que esto implicaba para ella en aquel momento histórico. En la Respuesta se atreve a
decir que a ella no le era lícito enseñar mientras que a los hombres sí se les
permitía, que el solo hecho de ser hombre ya los convertía en ‘sabios’ y que
ellos mismos eran la principal raíz de las muchas herejías.
Claramente
denunciaba los tratos especiales que recibían los hombres en su época como
muchas mujeres hoy en día también lo
hacen.
Hombres necios que acusáis
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.
Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego con gravedad
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
y luego con gravedad
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Tais,
y en la posesión, Lucrecia.
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Tais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis
que con desigual nivel
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
que con desigual nivel
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?
Mas entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y queja enhorabuena.
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y queja enhorabuena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
a sus libertades alas
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?
en una pasión errada:
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
¿Pues para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar
y después con más razón
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
y después con más razón
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
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