Por Fiamma Brizio
"Cuando pierdes
a alguien de una manera brutal no creo que haya manera de pasar página: le
arrancaron a tu vida un montón de páginas que no se van a poder escribir nunca”
Fuiste la primera
bloguera peruana. “Séptima madrugada” sentó un precedente. Alguien escribiendo
insomne sobre su vida. Estruendomudo te propuso después convertirlo en libro.
¿Qué tipo de subjetividad se forjó en ese tiempo en que la gente te leía casi en
tiempo real? ¿Qué tipo de escritora nació?
No creo haber sido la
primera. Empecé el blog de Séptima Madrugada de casualidad. Antes de ese tenía
otro en fondo negro, recuerdo. No recuerdo los textos, ni quiero recordarlos,
pero sí recuerdo bien que escribía con cierto enojo y frustración. Esos dos
sentimientos te ciegan, no te dejan observar. A mí el enojo me suele durar
poco. Me puse a observar. Yo creo que para poder escribir hay que observar.
Supongo que nació la escritora que observaba más y se enojaba menos.
Pareces una persona
tímida. ¿Cuál es la historia de tu timidez? ¿Qué le depara a una escritora
tímida? ¿Es algo que quisieras vencer, algo con lo que juegas, algo que
disfrazas?
Sí, soy una persona
tímida, pero no soy una escritora tímida. Uno se vuelve tímido cuando se está
expuesto ante otras miradas. Cuando escribo nadie me ve, no hay inseguridad.
Escribes y avanzas, das pasos, seguramente te estás tropezando o cayendo o
arrastrando, pero continúas. Algunas veces me ha limitado, me ha vuelto torpe y
en los intentos de resarcir lo que la timidez me ha quitado, todo se vuelve un
exabrupto. Pero la timidez no se puede disimular, se nota en los gestos, la
voz, no sé, quizás hasta se pueda oler. Recuerdo cosas de mi infancia y veo
fotos mías antes de empezar el colegio y no parezco ser una niña tímida. En el
colegio te ponen un uniforme, te acomodan en filas y cantas el mismo himno.
Allí empezó esta timidez. No creo que se pueda vencer. Me dan un poco de
risa esos libros o seminarios que prometen eliminarla. Qué tarea colosal. Hasta
ahora siento timidez ante los extraños. O cuando surgen esas conversaciones
sobre el clima.
Tienes un poema que
empieza diciendo: “todo el mundo quiere que escriba una novela”. “Bueno, dos o
tres”. ¿A qué yugos está sometido un escritor, una escritora hoy en día? ¿A qué
exigencias tiene que ceder y a cuáles no? ¿Dónde encuentra una escritora como
tú su proyección y libertad?
Bueno, me gustaría
que ese texto fuera la respuesta a todas estas preguntas. No quiero pensar en
los yugos. Quizás ya los tengo encima y no me he enterado, pero creo que un
escritor o escritora no debería ceder ante ningún yugo, todo lo contrario,
debería quitárselo para poder escribir. Yo encuentro libertad en el mismo acto
de escribir.
¿Podrías explicarme
esa paranoia tuya de que cuando explicas algo ya no lo puedes escribir?
Me he acordado de ese
poema de Cernuda, “No decía palabras”. No es una paranoia, pero sí, prefiero no
pronunciar el conjuro. El año pasado obtuve una estancia en una residencia de
escritores en Finlandia. Cuando hice la solicitud, detallé sobre qué iba a
escribir y por qué: Cinco cuentos sobre caza, pesca y recolección. Y así se iba
a llamar el libro. Los noruegos cazan alces durante el otoño, pescan todo el
año y recolectan bayas o setas. Yo tenía (y todavía tengo) muchas imágenes en
la cabeza al respecto. Llegué a Finlandia con todo planeado y por eso no pude
escribir nada.
¿Nada? ¿Ni una línea?
¿Te quitaron la beca?
Escribí mucho, cada
día, pero no de eso. Los planes nunca me han funcionado. Así que por eso creo
que si te explico que planeo escribir sobre un alce que logra entrar en una
iglesia y de cómo lo sacan, tú ya vas a quedarte con esa historia en la cabeza,
y aunque vayas a querer leerla con mis palabras, esa historia ya la has leído a
través de mi explicación, ya existe, ya la hemos escrito y ya está hecha. Ya no
estoy sola, ya no solo pienso en el alce, sino también en el plan y en ti y en
nosotras y en lo que salió de mi cabeza para quedarse en la tuya.
Te ha costado
escribir después de la muerte de tu marido, como si enmudecieras. ¿Has pensado
cómo romper el hielo? ¿Retomarás el libro sobre el duelo? ¿Estará ahí la clave
para “pasar página”?
Estoy escribiendo. No
sé si estaré rompiendo el hielo, pero poco a poco vuelven las palabras. A
veces, he tenido ganas de escribir este libro porque he creído que así me iba a
quitar todo de encima, pasar página, como dices, pero sé que eso no se puede.
Para mí escribir no sana, y bueno tampoco creo que esto es algo que deba sanar.
Quizás sería mejor decir cicatrizar. Cuando pierdes a alguien de
una manera brutal no creo que haya manera de pasar página: le arrancaron a tu
vida un montón de páginas que no se van a poder escribir nunca. No solo te
quedas muda, pierdes muchas cosas que se necesitan para escribir, porque
escribir involucra al cuerpo, requiere una condición física. Quizás vuelva a
escribir sobre esto porque reconozco que la rabia ya no me paraliza. Quién
sabe.
Claudia Ulloa Donoso (Lima- 1979)
Graduada en Sociología. Actualmente vive en el norte de Noruega
(Bodø). Trabaja como profesora de castellano y de noruego para inmigrantes.
En 1996 obtuvo el primer lugar en su categoría en el concurso
“Terminemos el cuento” organizado por la Unión Latina, el Consulado de España
en Lima y el diario El Comercio.
En el año 1998 obtuvo el primer lugar en el concurso “El cuento de
las 1000 palabras” y en el 2003 el tercer lugar en el concurso “El cuento de
las 2000 palabras”, ambos organizados por la revista Caretas (Lima).
Ha publicado cuentos en revistas electrónicas e impresas de Perú,
México y España.
Ha sido seleccionada para formar parte de diversas antologías como
“Antología de la Novísima Narrativa Breve Hispanoamericana 2006” organizada y
editada por la Unión Latina de Venezuela, “Nuevo Cuento Latinoamericano.
Antología” editada en Madrid por Julio Ortega, “Les bonnes nouvelles de
l’Amérique latine. Anthologie de la nouvelle latino-américaine contemporaine”
editada por Gallimard, entre otras.
Ha participado en “El Foro de Novísimos Narradores “organizado por
la FIL Guadalajara 2009; en el “Congreso Letral” organizado por la
Universidad de Granada en el 2009 y en el “III Congreso de Nuevos
Narradores Iberoamericanos” organizado en Madrid por Casa de América en el año
2010.
En julio de 2006, en Lima, publicó su primer libro de cuentos “El
pez que aprendió a caminar” con la editorial Estruendomudo y en julio del 2007
su segundo libro, “Séptima Madrugada” basado en el weblog del mismo nombre.
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