Por Mel Valladares
No hay una mejor forma de
referirse a las escritoras latinoamericanas, si no es nombrando a una de las
mas grandes, la primera mujer latina en recibir el premio Nobel de Literatura,
el orgullo chileno de la escritura.
Lucila de María del Perpetuo
Socorro Godoy Alcayaga, más distinguida por su sobrenombre Gabriela Mistral,
fue una escritora, poetisa, diplomática y pedagoga de origen chileno que obtuvo
una gran popularidad en su país y en el resto del mundo por sus producciones
literarias, sus propuestas innovadoras
en materia de reforma educativa y por ser la primera latinoamericana en
recibir la máxima distinción con el Premio Nobel de Literatura. Gabriela
nació el 7 de abril de 1889, en Vicuña, Chile, pero su pueblo amado, era
Montegrande, donde vivió de los tres a los nueve años, y donde pidió que le
dieran sepultura. Siguió los mismos
pasos que su padre Juan Jerónimo Godoy Villanueva, profesor de ascendencia
diaguita, su madre era Petronila
Alcayaga Rojas, de ascendencia vasca y tenía una media hermana Emelina Molina
Alcayaga, y cuyo padre fue Rosendo Molina Rojas.
Su padre los abandonó cuando ella tenía tan solo tres años, de
todos modos, Gabriela Mistral lo aprecio y
defendió siempre. Contaba que, revolviendo papeles, encontró unos versos
de su padre muy bonitos y fueron los primeros que leyó e hicieron despertar su
pasión poética.
Cuando ella tenía 15 años, se
enamoró profundamente de un hombre rico, que era veinte años más grande que ella. Ambos se
mandaron cartas durante un año y medio.
En 1906 conoció a un funcionario
de ferrocarriles llamado RomelioUreta, el cual extrajo de la caja del
ferrocarril, en donde trabajaba, dinero para ayudar a un amigo y al no poderlo
devolver se suicidó. Se dice que, a
causa de eso, más tarde ella compondría “Los sonetos de la muerte”, versos
relacionados con la muerte de Ureta, dando a conocer la relación que
tenían.
En 1904 comienza a ser profesora
ayudante en la Escuela
de la Compañía Baja
en La Serena
y colabora en las publicaciones del
diario el Coquimbo y en la Voz
de Elqui. Luego fue maestra en la
localidad de La Cantera
y en Los Cerrillos. Ella no contaba con suficiente dinero entonces no pudo
estudiar para maestra, pero más tarde revalido sus conocimientos en la Escuela Normal Nº1
de Santiago, donde demostró su experiencia y le otorgaron el título oficial de
“profesora de Estado” para poder ejercer la docencia en el nivel secundario.
Luego fue contratada por el gobierno de México para su nuevo sistema
educacional, en donde contribuyo a la organización de bibliotecas públicas y
privadas. Además, compuso poemas infantiles y textos didácticos por pedido del
ministro de instrucción pública.
Más adelante ella viajo a Europa
y Estados Unidos y luego a Chile otra vez, pero por la situación política que
sufría su país, se vio obligada a volver a Europa, en donde fue secretaria de
una la liga de Naciones y secretaria del Instituto de Cooperación Internacional
de la Sociedad
de las Naciones en Ginebra.
En 1945 recibe el premio
Nobel de literatura, ella se encontraba
en Brasil, desempeñando el cargo de cónsul cuando se anuncia que Gabriela era
la primera mujer latina en ganar dicho premio. Con la plata obtenida por este
evento, compro una casa en Santa Bárbara, California y desempeño el caro de
cónsul en Los Ángeles. Allí conoció a Doris Dana, una escritora estadounidense
con quien estableció una controvertida relación, y de quien no se separaría
hasta su muerte en New York, debido a un cáncer de páncreas. Además, tenía
problemas cardiacos y diabetes.
Finalmente murió en el Hospital de Hempstead (en la ciudad de Nueva
York) el 10 de enero de 1957,
a la edad de 67 años, estando su amiga Doris Dana
presente. Mistral dejo un testamento en el cual donaba todo el dinero producido
por la venta de sus libros a los niños pobres de Montegrande, Chile.
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